Érase una vez unos engendros…

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CitasNo somos nadie. Esto es una verdad que se ratifica cada vez que alguien te dice eso de «háblame de ti» y tú empiezas por el trabajo que, como dice la canción, «viene y va» como Perico por su casa. Ahora, aquí, en este momento, soy cirujano; pero mañana quien sabe… puedo acabar vendiendo lencería barata como aquella Gafapasta que me encuentro de copas, en el gimnasio, en Mordor y porque no suelo tomar sopa, que si no, allí estaría, entre los fideos. Es muy probable que además esa tienda se sitúe en Alemania, donde todavía la Merkel acepta españoles de bien, aunque hablen en indio como nuestro Rajoy en los encuentros internacionales o con palabras vacías en los grandes e interminables debates de la nación.

Después viene eso de los hobbies, donde todo el mundo cae en el tópico de la lectura, el cine y los deportes…

– ¿Qué libro te estás leyendo ahora?

– La Biblia.

– Uy, que actual, ¿por la dimisión del Papa?

– No, porque es el que empecé en el colegio y nunca he conseguido acabarlo.

– ¿Y cuál es la última peli que has visto?

– Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Nervioso que me estás poniendo tú con estos gustos, que ya no me atrevo a preguntarte por el deporte que practicas que tan poco resultado tiene… Pero como ni el físico,  ni el intelecto, ni siquiera el morbo lo es todo, se hace de tripas corazón y te pegas un buen revolcón. Por España, porque la crisis nos insta a no perder oportunidades y porque para un «aquí te pillo» no hay que ser muy exigentes.

Pero lo peor no es esto, lo peor viene después cuando indagas un poco más en las profundidades de la susodicha y te das cuenta de que no hay donde rascar. Y no me estoy refiriendo al sexo, ahí por lo menos muchas mujeres dan la talla, siempre que no les duela la cabeza o no tengan restricciones a la hora de bajar al pilón. No, me refiero a que en uno de esos instantes de introspección, a los que tan poco soy propenso, que te hacen caer en la cuenta de que ¡tú eres igual!

Quizá no leas la Biblia, pero tu libro de cabecera es el último bodrio de J.K.Rowling que te llevaste de la tienda porque creciste con el pesado de Harry Potter y no te has podido desenganchar de tu autora fetiche (la Biblia por lo menos tiene varios autores). Quizá no seas fan de Almodovar pero sigues pagando por ver las pelis de Tarantino que en vez de una Uma en chándal amarillo pone a un Jamie desencadenado. Y quizá te sigues apuntando al gimnasio simplemente porque guardas la esperanza de pertenecer a la cantera blaugrana aunque se te haya pasado el arroz por 20 años y lo único que obtendrías a la hora de saltar al campo es un tomate en toda la cara.

Así es la vida…

Román Tico Macarrón


KalimotxoNo, mis queridos y fieles seguidores, no me he vuelto majara; simplemente he fracasado en mi buen propósito de año nuevo de dejar de beber. Y no, mis malpensados lectores, no he escrito este post más pedo que el pobre ser llamado Alfredo con el que siempre se compara uno en el refranero. El “pitilingorri” es el nombre que se le da a la bebida mezcla de vino tinto, normalmente de peor calaña que el Don Simón, con coca-cola; mientras que el “naranjocho” viene a ser el mismo vino peleón mezclado, como su propio nombre indica, con naranja.

Etimológicamente tiene todo el sentido del mundo, por lo menos para la raza de mi becaria que es quién me ha llevado por el mal camino de nuevo. A saber, “pitilín” de pito pequeño (no es mi caso pero sí el de la media española) y “gorri” de rojo (que como de todos es bien sabido para los vascos el marrón de la coca-cola es de ese color, ¡qué hostia!). Y “naranjocho” fue seleccionado entre un amplio número de propuestas solo por su graciosa rima de “por el culo te la entocho”. Humor del norte, ya saben.
Lo importante de todo esto no es otra cosa que su escaso precio en el mercado, sobre todo, comparado con las que eran mis bebidas habituales. Eso sí, las resacas y las flatulencias que provocan son bastante mayores, pero el fin nunca ha justificado los medios, ¿cierto?

Pues a lo que vamos, que vuelvo a ser el alcohólico empedernido que era antes y la vida se ve con mucho más optimismo. Las cirugías salen solas como los cuadros cubistas de Braque, las mujeres son más hermosas ya desde primera hora de la noche y no solo cuando no queda más remedio, la gente es más divertida, hasta Rajoy es tan soportable como un capítulo de los Teletubbies. ¿Y el sexo? Pues francamente no sabría decirlo, porque la crisis no afecta a las técnicas de ligoteo y a las chicas no les hace tanta gracia que les invite a un puto kalimotxo que a una copa como Dios manda… Pero para eso ya tengo otras técnicas de compensación mucho más eficaces; a saber, quitarme la camiseta y mostrar mi tableta, forjada con no poco esfuerzo en las clases de Zumba a las que asisto antes de que acabara el año. Alguna se me resiste, pero eso es porque usa gafas de pasta mal graduadas…

Román Tico Macarrón


ChampagnePues como parece que el mundo no se ha acabado (ni por la predicción de los Mayas ni por los intentos de Rajoy) tendremos que darle la vuelta a la tortilla y esperar que el 2013 nos vaya mejor que lo que nos ha ido hasta ahora. No sé qué científico decía eso de «no esperes resultados distintos si haces siempre lo mismo» y precisamente por ese científico he decidido cambiar el chip… Se acabaron las macarradas que no proporcionan más que una noche de placer pero que a la mañana siguiente te obligan a demostrar lo macho y cavernícola que eres, arrancándote el brazo antes que desayunar y demostrar que no le tienes miedo a la intimidad. Se acabaron también las romanticadas de ir con un ramo de rosas rojas bajo el brazo y que solo provocan que las mujeres se vayan con los macarras que les dejan antes del desayuno… Sí, no lo neguéis, no os gustan los blandos sensibleros sino las tabletas de chocolate bien definidas. Por esto mismo, además de apuntarme al gimnasio, voy a hacer un curso de cómo llegar a la segunda cita, mintiendo convenientemente.

Soy cirujano, tengo pelo y puedo estar horas dale que te pego, eso ya debería puntuar algo. Mientras tanto me voy a dar una prórroga para zamparme todo el turrón que pueda y alterar el listón, alcohol mediante, para no ser de los que empieza el año abrazado a una farola cualquiera.

No tengo más propósitos… La jubilación me ha dicho Santa Claus que él todavía la sigue esperando, el oro no lo va a recibir este año ni el niño Jesús, si hasta los Reyes Magos han dejado a sus pajes cuidando de sus respectivos castillos ante las plagas modernas de los EREs, las privatizaciones, las tuit-equivocaciones o los viajes de JuanCar a matar animalillos de corral.

Por pedir, pediría que a algún compañero de trabajo le caiga un cambio de sexo, que aquella gafapasta con la que me cruzo cuando menos me lo espero se atreva a tomar las uvas conmigo, que El Sueño de Morfeo no la pifie en Eurovisión como todos los años, y por qué no: la paz en el mundo. El deseo de las misses nunca pasa de moda, es como mi deseo, que siempre está a flor de piel.

Espero volver a escribiros muy pronto y, mientras tanto, sed malos, muy malos, que a estas alturas de la película del carbón ya no os váis a librar, así que mejor que os traigan un buen mazacote, que se prevé un invierno muy frío con tanto recorte. Mis mejores deseos para tod@s y no dejéis títere con cabeza.

Román Tico Macarrón


La crisis ha acabado por llegar a mi vida. Primero cayeron los arquitectos, luego los funcionarios y ahora, salvo los políticos, todos estamos jodidos, y eso que incluso ellos con 5.000 euros al mes confiesan que las pasan canutas para pagar sus facturas. En este sentido, salvo que me caiga del cielo una operación de alto nivel, como Adrian Brody o el orco del polígono, creo que me toca pasar los puentes que se avecinan en el pueblo…

Lamentablemente ya me conozco de memoria las cuatro calles del mío, así que desde este post me uno a la iniciativa de Aquarius que les busca pueblos adoptivos a personas como yo o a la reivindicación de María Lapiedra frente a la subida del IVA del Sr. Rajoy para irme a una ciudad que no salga en las escapadas de Groupon o Letsbonus o en el Hibiscus de Atrápalo o en Trivago… que me las conozco todas, oigan.

Y es que no hay forma de escapar de las garras del bajonazo económico. Mira que hago y rehago el puñetero programa de fondos económicos de la empresa, que contraprogramo el Padre de Hacienda, que solicito los premios por operar lo inoperable y pagar el piso de alquiler, ¡y nada! Mi madre me decía que los cirujanos nunca tendríamos los problemas económicos de la plebe, pero hasta los funcionarios, sin paga extra, viven de forma más solvente. En breve estaré buscando pueblo pero no para unas meras vacaciones, sino para montar una granja ecológica… claro, que yo de fauna, solo conozco a los engendros que me rodean. Por eso sigo sin novia y solo tengo un gato.

La parte buena es que quizá me admitan en la tercera edición de Granjero Busca Esposa y conoceré por fin a la Milá, que tras protagonizar su primera portada de Interviú, ha revalorizado su caché y deja por fin el puñetero Gran Hermano por algo de mucha más calidad. Además, muchos opinan que yo soy un experimento sociológico en mí mismo, por lo que tampoco variaría demasiado su actividad profesional.

Pero a lo que os voy, que luego siempre me desvío con mis problemas y desvaríos: que necesito un pueblo para pasar el Pilar, Hallowe’en o todos los santos (según gusten) y la Constitución. Pueblo bueno, bonito y, sobre todo, barato. Prometo aportar glamour de la capital, amigos solteros de oro y un huevo masturbador usado.

Román Tico Macarrón


Cada mañana de agosto, cuando tenía que levantarme para ir a trabajar hasta las seis de la tarde de acuerdo a mi condición de pringado absoluto, me entraban unas ganas terribles de asesinar; pero es que es llegar septiembre y al ver de nuevo las mismas caras de orco de polígono (eso sí, con nuevos novios osos a los que se les nota el amor trasnochado de este tórrido verano), la actitud optimista de la becaria poniendo caras sonrientes en todas las putas redes sociales y esos niños con zapatos nuevos fruto de los asquerosos corticoles anticrisis, y solo deseo poder tirarme del autobús en marcha para acabar con mi desdicha de una vez por todas.

No soy feliz. Y no lo soy no porque no haya follado desde mi vuelta de vacaciones, ni porque en mi empresa se premie más un look desacertado de la secretaria que se cree aún de vacaciones en Benidorm  o en la pasarela “Fashion Victim de Mercadillo” que a un trabajador responsable; sino porque Cristiano Ronaldo tampoco es feliz. Él, que está en el peor equipo del mundo para poder brillar, que tiene a su lado a Irina, que es el único portugués al que se le entiende porque sencillamente no habla. Él no se merece esto.

Rajoy puede terminar de hundir a España con la excusa de ZP y subirnos el IVA del pan, pero por favor: ¡circo!

No podemos sobrevivir con el regreso de cinco minutos de las Spice Girls en los Juegos Olímpicos o de Leticia Sabater esta vez en horario de adultos, ya no tenemos ni a Ana Pastor en la parrilla; sin Ronaldo en la Liga no nos quedará absolutamente nada… Tendremos un futuro más negro que ese capullín que inicia contento el curso escolar y sus compañeros no para de tirarle queso fundido por encima porque se llama Nacho.

Pero no lloren, que si creían que la cosa no podía ir a peor, en el próximo post prometo contarles la cita a ciegas que me han propuesto para terminar de hundirles. A mí el primero. Para eso estamos aquí.

Román Tico Macarrón


Por si no lo habíais notado, hace un calor de la hostia que derrite las neuronas y provoca más de un incidente en la entrepierna en los tíos que, como yo, estamos enamorados a la antigua usanza. Es decir, mucho platonismo y poco mete-saca.
Ayer mismo, revisando las mamas a una paciente a la que había operado, sufrí una erección de caballo que me obligó a ir corriendo al baño de la clínica. Y creerme, es un lugar al que no me gusta acercarme a más de quince metros porque huele a una mezcla entre bombas fétidas y la familia basura de los Fragel, aderezado con vómito de mariscada. Eso sin contar los mocos que adornan las paredes y los carteles de “tiren de la cadena” que parecen estar ahí como los símbolos de no fumar (que generan justamente el efecto contrario).

El caso es que esta semana se celebra el Orgullo Gay y esta fiesta nacional es una invitación al despiporre, la lujuria, el desenfreno y, sobre todo, a enseñar los resultados de un año entero de gimnasio o de las mejores operaciones de estética que la crisis haya permitido. Son, sin duda, los días más estresantes de trabajo en la clínica y tenemos más rotura de stock en productos de limpieza que lo habitual, que ya de por sí son bastante preocupantes llegándose a dar el caso de haber puesto una sola nalga a un paciente porque la otra figuraba de vacío en el inventario.

Yo no soy Cristiano Ronaldo, pero algo de tableta sí que se aprecia en mi torso, así que he decidido salir a lucirme por el castizo barrio de Chueca a ver si pillo cacho con alguna lesbiana trasnochada o con esas marys que persiguen a los gays porque son los únicos que diferencian el fucsia del morado.

Además, quiero ofrecer mi apoyo incondicional a mis mejores clientas, como Chumino Power y Josefina la de los Globos, que a diferencia de la Esperanza de los huevos y el Rajoy chupaMerkels, están haciendo más por sacar al sector de la recesión estructural que subirnos el IVA. Estoy completamente a favor de acostarnos con quien queramos y casarnos hasta con una cabra como hacen en Las Vegas, por algo la RAE ya ha canonizado el matrimonio homosexual y Sheldon Adelson está planteando traerse Eurovegas aquí. El sexo es como el fútbol, cada uno tiene su equipo y solo hay que jugar.

Román Tico Macarrón