Érase una vez unos engendros…

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Hace unos días recibí una invitación para ver la película «Los amantes pasajeros» y a pesar de las malas críticas y mis reticencias iniciales fui a verla, como una fan incondicional que soy, y al salir solo podía pensar en los ocho euros de mi entrada y en el idiota de detrás que no hacía más que reírse por todos los chistes absurdos de la película, y encima come palomitas como si no hubiera un mañana, puaggg.

Pedro yo confiaba en ti, sniff, sniff.

Flipando me quede ante ese  elenco de maricas locas, devotas a la virgen de los imposibles, los que descubren su homosexualidad en pleno vuelo, esos siempre son guapos, los que tienen la tapadera del matrimonio (él y ella) y los chistes fáciles como en los mejores tiempo de Noche de Fiesta. La normalización cada vez es mayor y no es necesario este desfile de estereotipos, tópicos y típicos gays, por mucho que diga  Francisco I que estos son de la movida de Satanás, y Almodóvar de la movida madrileña pero no es necesario volver a las películas de los ochenta.
Es igual que hacer una película con todos los clichés andaluces, toros, flamenco, una madrastra con mantilla, fiesta, mucho fino, todo en blanco y negro y sin hablar.

Esto de los clichés y los estereotipos es así no me lo he inventado yo, todas las gorditas son simpáticas y bonachonas, excepto la panadera de mi barrio que te tira las vueltas a la cara y cuando le dices buenos días te suelta una onomatopeya que nunca entiendo, ¿por qué sigo comprando el pan allí?  Todas las guapas son tontas, excepto la vecina de mi madre que se va a casar con un empresario forrado que está loco por ella y le compra todos los caprichos. Todos los gays son promiscuos, excepto Jesús Vázquez que lleva veinte años de feliz matrimonio. Aquí se cumple la máxima de que los guapos y buenos o son gays o están casados. Qué los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez, excepto cuando ven el fútbol ya que beben cerveza a la vez. Todos los argentinos hablan mucho, excepto el nuevo Papa al que todavía no le he oído decir nada.

Un momento que tengo clientes….

Perdón por la interrupción pero ha entrado un chico a comprar varios pares de tangas, cada color porque cada uno de sus tres novios le gusta que se ponga ropa interior de un color diferente. En cuanto lo he visto entrar he pensado que era gay, vistiendo tan moderno, tan guapo, aunque me ha dicho que estaba casado, ¿su mujer sabrá lo de sus amantes? ¿Sus amantes sabrás unos de otros?

No me puedo quedar con la duda, ¿a todas las mujeres nos gusta el cotilleo?

Gafapasta Jones


Por si no lo habíais notado, hace un calor de la hostia que derrite las neuronas y provoca más de un incidente en la entrepierna en los tíos que, como yo, estamos enamorados a la antigua usanza. Es decir, mucho platonismo y poco mete-saca.
Ayer mismo, revisando las mamas a una paciente a la que había operado, sufrí una erección de caballo que me obligó a ir corriendo al baño de la clínica. Y creerme, es un lugar al que no me gusta acercarme a más de quince metros porque huele a una mezcla entre bombas fétidas y la familia basura de los Fragel, aderezado con vómito de mariscada. Eso sin contar los mocos que adornan las paredes y los carteles de “tiren de la cadena” que parecen estar ahí como los símbolos de no fumar (que generan justamente el efecto contrario).

El caso es que esta semana se celebra el Orgullo Gay y esta fiesta nacional es una invitación al despiporre, la lujuria, el desenfreno y, sobre todo, a enseñar los resultados de un año entero de gimnasio o de las mejores operaciones de estética que la crisis haya permitido. Son, sin duda, los días más estresantes de trabajo en la clínica y tenemos más rotura de stock en productos de limpieza que lo habitual, que ya de por sí son bastante preocupantes llegándose a dar el caso de haber puesto una sola nalga a un paciente porque la otra figuraba de vacío en el inventario.

Yo no soy Cristiano Ronaldo, pero algo de tableta sí que se aprecia en mi torso, así que he decidido salir a lucirme por el castizo barrio de Chueca a ver si pillo cacho con alguna lesbiana trasnochada o con esas marys que persiguen a los gays porque son los únicos que diferencian el fucsia del morado.

Además, quiero ofrecer mi apoyo incondicional a mis mejores clientas, como Chumino Power y Josefina la de los Globos, que a diferencia de la Esperanza de los huevos y el Rajoy chupaMerkels, están haciendo más por sacar al sector de la recesión estructural que subirnos el IVA. Estoy completamente a favor de acostarnos con quien queramos y casarnos hasta con una cabra como hacen en Las Vegas, por algo la RAE ya ha canonizado el matrimonio homosexual y Sheldon Adelson está planteando traerse Eurovegas aquí. El sexo es como el fútbol, cada uno tiene su equipo y solo hay que jugar.

Román Tico Macarrón