Érase una vez unos engendros…

Archivo de la etiqueta: cine

imagesSon las 2.34 am de un viernes y recibo un mensaje «Ola k ase». Entre el susto y la rabia que me da no quitar el sonido del móvil en fin de semana, miro la pantalla y es uno de estos amigos con los que quedaste una vez, si no recuerdo mal, hace ¡un año!

Este mensajito tan amable es para ver si estoy disponible para el sexo, igual de disponible voy a estar que él la última vez que le escribí un mensaje para ir al  cine, o a tomar una cerveza o vete tú a saber qué. La callada por respuesta o la inferencia es el peor de los agravios, y eso es lo que hago, porque estoy harta de tonterías. Después de darle unas cuantas vueltas y conseguir dormirme, a las 9 de la mañana del sábado recibo otra llamada de una amiga a la que no veo hace tiempo porque vive fuera de España: ¡Tía, me caso!  Entre el sueño, la mala leche que se me pone por este horrible despertar y que no reconozco su teléfono, le contesto ¡Enhorabuena! y cuelgo.

A los 2 minutos vuelve a sonar el puñetero teléfono, ¿por qué sigo sin quitar el sonido?

– ¡Jones! tía, ¿no me reconoces?

– Sí, pero es que estoy dormida.

– Tía, que me caso en junio. En junio de este año.

– Es que estoy durmiendo.

– Por supuesto, estás invitadísima.

– Ya estoy despierta, ¿cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué a mí? ¿Si no me he puesto a dieta para mis vestidos? ¿Conozco a alguien más?

– Ayss, no seas cutre, cómprate un vestido nuevo que los que tienes no te entran y están pasados. Ya te mandaré la invitación. Besis.

¡Perdón! ¿Qué me compre un vestido? ¿Qué mis vestidazos están pasados de moda? ¿Qué estoy gorda? ¿Besis?

Lo que me faltaba por oír, que me la choni de mi amiga que se cree estupenda por vivir fuera de España diga que mis vestidos están pasados ella que combinaba cuadros con rayas y rayas con lunares. Qué me diga que no me entran los vestidos,  ella se comía los donuts de 4 en 4, puta gorda, y llevaba los vestidos tan apretados que parecía una morcilla de Burgos, puta gorda.

Y encima pretende que vaya a su boda, sola, en otro país, me gaste el dinero en el billete de avión, hotel, traje, peluquería, un gran regalo y parte de mis vacaciones… ¡me niego! Yo no me voy a casar y no le pido este sacrificio por mí no-boda.

Está claro que el negocio matrimonial es un chollo, estoy pensando en hacerme organizadora de bodas. Al menos el descuento en ligas de novia ya lo puedo conseguir en la tienda. Total para que luego se la quiten las amigas y la vendan en trocitos.

Gafapasta Jones


CitasNo somos nadie. Esto es una verdad que se ratifica cada vez que alguien te dice eso de «háblame de ti» y tú empiezas por el trabajo que, como dice la canción, «viene y va» como Perico por su casa. Ahora, aquí, en este momento, soy cirujano; pero mañana quien sabe… puedo acabar vendiendo lencería barata como aquella Gafapasta que me encuentro de copas, en el gimnasio, en Mordor y porque no suelo tomar sopa, que si no, allí estaría, entre los fideos. Es muy probable que además esa tienda se sitúe en Alemania, donde todavía la Merkel acepta españoles de bien, aunque hablen en indio como nuestro Rajoy en los encuentros internacionales o con palabras vacías en los grandes e interminables debates de la nación.

Después viene eso de los hobbies, donde todo el mundo cae en el tópico de la lectura, el cine y los deportes…

– ¿Qué libro te estás leyendo ahora?

– La Biblia.

– Uy, que actual, ¿por la dimisión del Papa?

– No, porque es el que empecé en el colegio y nunca he conseguido acabarlo.

– ¿Y cuál es la última peli que has visto?

– Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Nervioso que me estás poniendo tú con estos gustos, que ya no me atrevo a preguntarte por el deporte que practicas que tan poco resultado tiene… Pero como ni el físico,  ni el intelecto, ni siquiera el morbo lo es todo, se hace de tripas corazón y te pegas un buen revolcón. Por España, porque la crisis nos insta a no perder oportunidades y porque para un «aquí te pillo» no hay que ser muy exigentes.

Pero lo peor no es esto, lo peor viene después cuando indagas un poco más en las profundidades de la susodicha y te das cuenta de que no hay donde rascar. Y no me estoy refiriendo al sexo, ahí por lo menos muchas mujeres dan la talla, siempre que no les duela la cabeza o no tengan restricciones a la hora de bajar al pilón. No, me refiero a que en uno de esos instantes de introspección, a los que tan poco soy propenso, que te hacen caer en la cuenta de que ¡tú eres igual!

Quizá no leas la Biblia, pero tu libro de cabecera es el último bodrio de J.K.Rowling que te llevaste de la tienda porque creciste con el pesado de Harry Potter y no te has podido desenganchar de tu autora fetiche (la Biblia por lo menos tiene varios autores). Quizá no seas fan de Almodovar pero sigues pagando por ver las pelis de Tarantino que en vez de una Uma en chándal amarillo pone a un Jamie desencadenado. Y quizá te sigues apuntando al gimnasio simplemente porque guardas la esperanza de pertenecer a la cantera blaugrana aunque se te haya pasado el arroz por 20 años y lo único que obtendrías a la hora de saltar al campo es un tomate en toda la cara.

Así es la vida…

Román Tico Macarrón