Érase una vez unos engendros…

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AfterworkEl ser humano es el ser más absurdo que hay sobre la faz de la Tierra. Es el único que tiene que trabajar ocho horas de las doce que pasa despierto, cinco días de siete, once meses de doce y todo esto con suerte, porque en los tiempos que corren ni siquiera esta explotación está abierta a todos. Mi gato, en cambio, se levanta tan tranquilo, se zampa su comida de bote, juega un rato con sus ratones de juguete y vuelve a su estado de sopor original. ¡Eso sí que es vida!

Pero no solo contento con esto, el ser humano ha inventado el cruel concepto de los «afterworks» que viene a ser una ampliación del horario laboral aunque afortunadamente con el suficiente alcohol para sobrellevarlo. En mi clínica, por ejemplo, nos obligan a hacer uno al mes para captar clientes dispuestos a ser rajados por los mismos cirujanos con los que se emborrachan en esas horas de relax y en las que los cuchillos (esta vez metafóricos) vuelan por doquier… Con deciros que en el último la cirujana senior casi le hace una vasectomía sin anestesia y en directo a uno de sus junior porque el pobre chaval etílico perdido le había dicho que su niño podía ser modelo de Desigual…

Yo en cambio me tomo estos afterworks de forma muy profesional, una copa de vino y a disfrutar de la agradable conversación de las fulanas, en el buen sentido, que se atreven a pasarse para allí para preguntar por las repercusiones de operarse a los ochenta. Y es que ¡cuánto daño hizo James Dean en esta sociedad! Bueno él y Sara Montiel, que en paz descanse, que hace una semana exactamente vino a uno de nuestros eventos como invitada especial (y con un saque que ya quisiera más de una becaria) y hoy me entero que ya no está entre nosotros… Ella, que era uno de mis modelos más imitados; suerte que allá donde haya ido irá de la mano con otra gran señora como es Margaret. Lo cual no deja de reafirmar mi hipótesis inicial de que el ser humano es idiota: justo cuando tienes el tiempo libre suficiente para poder gastarte las cuatro perras de la jubilación, llega un ictus y adiós muy buenas… ¿Pero quién inventó esta forma de vivir?

Román Tico Macarrón